jueves, 15 de noviembre de 2007

El lugar de la transmisión en las fronteras del discurso pedagógico

PONENCIA PRESENTADA EN EL IX CONGRESO DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA DEL COMIE, MÉRIDA, YUCATÁN, 8 DE NOVIEMBRE.
TERCERA PARTE
Las fronteras entre los saberes formales y los no formales

Los actores portan saberes que les son transmitidos, heredados y legados desde la familia y con relación al grupo de pertenencia; sin embargo, al entrar a la institución escolar estos saberes son invisibiliazados, con el objetivo de adquirir el “verdadero” conocimiento. Sin embargo, en los márgenes del sistema escolar residen sujetos y problemáticas pedagógicas igualmente significativas.
Se comienzan a dibujar las fronteras entre la escuela y la transmisión cultural cuando se dejan de reconocer y valorar los saberes que se adquieren en otros marcos ajenos a la escuela. Encontramos así las distancias entre los saberes formales y lo no formales (o informales). Podemos decir que los primeros son los que se reciben a través de la educación institucionalizada, que tienden a ser acreditados y valorados socialmente y que están fundamentados en el conocimiento de base disciplinar; por otro lado los saberes no formales e informales son aquellos que se adquieren fuera del sistema escolar en marcos más amplios y están relacionados con la experiencia.[1] Ambos saberes parecieran estar en contraposición; sin embargo, no podemos pensar en estos términos ya que ambos atraviesan y configuran a los sujetos, por lo tanto debemos tratar de abordarlos no como antagónicos ni complementarios sino como procesos que construyen sujetos sociales particulares.
La educación formal se fundamenta en la fuerza del Estado y se legitima socialmente como institución conteniendo ordenamientos, horarios, evaluaciones y certificación. La educación no formal tiende a mirarse como una falla o en el mejor de los casos como un complemento y no como una articulación que atraviesa al sujeto, por lo tanto no se le reconoce su potencia como constructora de conocimientos legítimos que se basan en la experiencia.
En este sentido me gustaría retomar lo que Adriana Puiggrós y Rafael Gagliano han planteado en su libro La fabrica del conocimiento acerca de las diferencias entre el conocer, saber y su relación con la institución escolar y la educación informal, de manera que intento trasladarlo para pensar las fronteras que se hilvanan entre los espacios institucionalizados de educación y aquellos que se producen fuera.[2]
La noción de experiencia se presenta como problemática ya que es subjetiva y depende de los contextos de la vivencia, además de implicar modos diferentes de apropiación; quizá por ello no se incluye en el campo de conocimientos y saberes. La experiencia implica haber pasado por una situación que de alguna manera modifica al sujeto en su identidad. Pero no todas las vivencias son susceptibles de convertirse en experiencias, sí lo serán aquellas que produzcan un movimiento en la subjetividad, que obligue a tener una actitud de comprensión, reflexión, duda y pregunta. La noción es conflictiva porque produce una ruptura en el continuo de la vida y deviene en huella subjetiva. Esto se convierte en un saber, los individuos recurren más a la experiencia porque los atraviesa y constituye como sujetos, por otro lado el conocimiento no se instala en este nivel subjetivo.[3]
La escuela se fundamentó en el conocer, a través de los contenidos curriculares en contraposición con el saber. El saber se distingue del conocimiento por usarse en un sentido más amplio. El conocimiento es un recorte, una parcela de la realidad que se define por su supuesta objetividad y sistematicidad científica. Por su parte, el saber refiere a situaciones más amplias, objetivas y subjetivas, teóricas y prácticas. Poseer un saber comprende la implicación subjetiva que involucra al sujeto como totalidad, no como recorte, que lo interpela provocando una relación contextualizada entre sujeto y objeto, la experiencia se vuelca en saberes.
El conocimiento se puede verbalizar se ocupa en discursos y tiene su fundamento, además trae consigo una carga de prestigio; por otro lado, el saber se juega en un nivel de integración de los sentimientos en su valor cognitivo lo que implica no sólo el valor racional sino que tiene que ver con toda la subjetividad.
En este sentido podemos ver cómo la transmisión de la escuela esta centrada en el conocimiento de base disciplinar y no en los saberes. El saber en su compromiso subjetivo sólo es posible a través de la experiencia de la vida cotidiana y los espacios que se construyen y son transitados por los sujetos, aun cuando no son reconocidos como valiosos o productivos porque se tiende a pensar que no aportan para adquirir un conocimiento, sin embargo, hay que reconocer que la experiencia también es un momento pedagógico y no está vacía de conocimiento.
La cuestión de las nociones de conocer, saber y experiencia se presentan como un campo problemático y la brecha entre la escuela y los saberes no formales parece ser muy grande, lo que desarticula a los sujetos desarmándolos; esto hace mella en su constitución como actores sociales coartados, imposibilitando las articulaciones con otras formas de conocer y otros contenidos. Los sujetos de la experiencia y portadores de saberes informales son sujetos pedagógicos que fundan habilidades y nuevas competencias que reestructuran las subjetividades.

A manera de conclusión

Las concepciones e imaginarios que se tejen alrededor de los saberes formales e informales se presentan como desintegrados y antagónicos. En ambos espacios se transmite, se pasa, se lega, se conserva, configuran y reconfiguran saberes, pero se ven fragmentados cuando intentamos establecer el valor del saber y el conocer. La lógica de la escuela antes expuesta obstaculizó que los conocimientos pudiera articularse a diversos saberes para gestionar o imaginar otras formas de transmisión, lo que llevó a la desvalorización del sujeto, la desarticulación de actores, la desactivación y falta de transferencia de estos saberes no formales.
Me parece lógico cuestionarnos ¿Cómo se articulan los saberes escolares con la experiencia en la transmisión? Creo que un primer paso tendría que ser el reconocimiento y valoración de los saberes no formales. Una tarea como especialistas en educación es el reposicionamiento de los saberes, pero sobre todo reconocer que los ámbitos educativos formales y no formales son espacios excepcionales para imaginar, diseñar y promover una nueva configuración pedagógica que desafíe desde la diversidad, un proyecto de educación diferente. Los sujetos atraviesan múltiples espacios donde el significante saber, se articula a sentidos y significados particulares que se nutren de las historias personales, el referente identitario, generacional y de género, del encuentro con los otros, de la experiencia; pero también de su tránsito por la institución escolar.
La consecuencia del no reconocimiento de los saberes es la fractura de vínculos sociales y por lo tanto la imposibilidad de construir futuros o nuevas tramas en las que se inscriban de una forma diferente los sujetos. Al crear nuevos vínculos pedagógicos se pueden crear nuevas formas de relación social y estaríamos frente otros sujetos pedagógicos.
Si pensamos en algunos espacios de transmisión de saberes podemos inscribir a los movimientos juveniles, marcos en los cuales los sujetos adquieren, recrean y transforman saberes con los cuales reconocen en su relación y diferencia con la dinámica colectiva. Es importante hacer visible estos espacios y entender qué papel juegan en la construcción de sujetos, para aportar elementos que permitan situar el sentido pedagógico de este proceso de transmisión inter e intrageneracional y plantear su relación con la escuela como un campo de problemas que interpela a las ciencias sociales y sobre manera a la pedagogía.
[1] Puiggrós, Adriana y Rafael Galiano, dirs., “Consideraciones teóricas”, en op. cit.
[2] Ibid..
[3] Puiggrós, Adriana y Rafael Galiano, dirs., “Consideraciones teóricas”. en op. cit. p. 20.

1 comentario:

Mau Torres dijo...

Hola, Kika:

Ya me había tardado en comentar este post. Como mencioné cuando leí la ponencia por primera vez, creo que es producto no de un chispazo de inspiración, sino de todo un proceso de reflexión que has venido efectuando quizá desde antes de entrar a la carrera y que se ha visto reforzado a partir de tu entrada a APPeAL y la elaboración de tu tesis.

Me parece que para quienes no somos pedagogos la subordinación de la educación únicamente al marco de la escuela como institución, o la discriminación de la educación no formal y los saberes, no suele ser obvia. Supongo que es parte de la misma lógica y reproducción de la cultura hegemónica del Estado mexicano surgido de la Revolución.

En ese sentido, considero que aportaciones como tu texto y el trabajo de APPeAL -ese esfuerzo por pensar y contemplar la realidad desde otras alternativas- son muy loables y buscan, como imagino que diría Marcela, ampliar la mirada para que como sociedad veamos los procesos que nos constituyen como sujetos sociales y como colectividad.

Tal vez sería interesante trasladar el problema al ámbito político-económico: si sólo la educación institucional es acreditada y reconocida, muchas personas que no tienen acceso a ella pueden quedar relegadas como "trabajadores de segunda"... Y, por lo demás, aun los que son reconocidos con un título no la tienen fácil en el campo laboral... En fin, debrayes míos.

Pa' acabar, nuevamente muchas felicidades por la ponencia (ojalá vengan muchas más) y todo el éxito del mundo con la tesis.

Te amo en libertad.

Abrazos:

Mau