martes, 14 de agosto de 2007

El papel de la transmisión en los grupos culturales

La transmisión ha existido desde el inicio de los agrupamientos humanos, ha formado parte de la construcción de los grupos culturales y ha sido el mecanismo para la continuidad y recreación de los mismos, es el proceso mediante el cual, los valores, ideales, tradiciones e ideologías se preservan de generación en generación y permite que las identidades culturales y sociales se reconfiguren con el paso del tiempo.

Para muchos grupos étnicos la organización social y la transmisión intergeneracional constituyen los elementos centrales que permiten su continuidad en la historia. La creación de instituciones comunitarias propicia mantener la identificación con el grupo de pertenencia. Estas instituciones posibilitan la reproducción de redes imaginarias y simbólicas, que permiten diferenciar a los actores sociales en sus particularidades y pertenencia a un entorno social, con respecto a los valores, hábitos, costumbres y creencias que una comunidad reconoce como significativos e importantes en la formación de niños y jóvenes, así como parte de los marcos sociales e institucionales en los cuales adquieren sentido y pertinencia.

En el proceso historico, la institución escolar se convirtió en el centro educativo más importante, hegemonizando los procesos de transmisión y de enseñanza-aprendizaje, acaparando la atención de las investigaciones y discusiones pedagógicas, durante más de un siglo. En este contexto, la escuela ha ocupado en las sociedades modernas contemporáneas un lugar central, en la formación de los actores sociales, desplazando muchos de los procesos e instituciones que en otras épocas constituyeron la base para los procesos de transmisión.

La escuela es el principal centro educativo formal de los pueblos, reconocida oficial y legalmente como la institución encargada de la educación de niños, jóvenes y adultos. La institución escolar como la entendemos hoy, surge como necesidad de transmitir la cultura, proceso indispensable en la constitución y preservación de los grupos sociales, así como de seleccionar los contenidos, saberes y conocimientos que se consideran socialmente significativos en la formación de las nuevas generaciones, con las implicaciones que esto tiene en la definición de las políticas y condiciones para su implementación y frente a las respuestas que los diferentes sectores despliegan ante este proceso de selección, inclusión y exclusión.

En nuestro país, la Revolución Mexicana y su impacto en los años siguientes, significó un momento decisivo en la historia política, social y cultural, marcado fuertemente por el discurso de la identidad e integración nacional, que caracterizó a los gobiernos posrevolucionarios. En esta etapa se buscaba constituir un modo de ser de lo mexicano, lo que propició la lógica de un orden político, social y cultural, donde el mestizaje se colocó como el centro de lo que se entendía como la identidad mexicana. Sin embargo, la heterogeneidad étnica que existía en la región (desde los grupos indígenas hasta los diferentes grupos de inmigrantes que buscan establecerse en México) era un obstáculo para lograr la homogeneidad nacional de acuerdo a la visión de los gobiernos en turno.

¿En que sujetos ponía énfasis la institución escolar en la época? ¿Qué papel jugó la educación pública en este proceso? ¿Qué respuestas fueron dando los grupos concretos? ¿Qué instituciones crearon para atender las necesidades educativas e identitarias de las nuevas generaciones? A través de la escuela pública mexicana, el Estado buscaba conformar una cultura y conciencia nacional, basada en los principios de homogenización y expansión nacional que el proceso posrevolucionario demandaba, en el emergente proceso de industralización y desarrollo capitalista. En este intento olvidaba los saberes, experiencias e historias individuales y colectivas que portaban los sujetos, así como las características particulares del grupo étnico al cual pertenecían. La escuela por lo tanto, en la mayoría de los casos, negaba o dejaba de lado el contexto y las necesidades particulares de los diferentes grupos culturales que conformaban el país, con las implicaciones sociales, étnicas, culturales que esta dinámica implicó en los diversos órdenes de la vida social.

El afán homogeizador, en la búsqueda de la construcción de la identidad nacional, absorbió para sí y condensó el significante educación, reduciéndolo a las paredes de la escuela, olvidando o desplazando a los otros espacios donde se tejían procesos educativos y cultural diferentes e incluso antagónicos a los contenidos y dinámicas de la propia institución escolar. Las expresiones educativas que exaltaran rasgos identitarios particulares no tenían cabida en las discusiones pedagógicas, ya que los esfuerzos estaban puestos en las problemáticas escolares de carácter general tendientes a favorecer la integración y formación por la vía de la estandarización curricular a nivel nacional.

Al respecto cabe señalar que, si bien, en el entramado social de la construcción de la identidad nacional la escuela fue la depositaria de este ideal, cabe preguntarse ¿cómo fue que algunos grupos étnicos lograron mantener sus rasgos lingüísticos, culturales y religiosos? ¿Cómo se dio este proceso? ¿Qué produjeron? ¿Cómo se fueron modificando y adaptado según las necesidades que les planteaba el momento histórico en el que los procesos de integración se dieron? ¿Cómo, junto con la educación escolar, se preservaron los valores, ideología y tradiciones de diversas comunidades? y ¿cuál fue la incidencia de estos procesos en los actores implicados, los grupos étnicos y la sociedad mexicana en su conjunto?

Al respecto me interesa plantear la particularidad de la comunidad judía de México, en tanto que, a pesar de ser un grupo reducido en nuestro país, constituye uno de las minorías sociales más organizadas y dinámicas. Así mismo, se configura como un núcleo cuya heterogeneidad y carga histórica condensa parte de las tramas sociales en las que la humanidad se ha debatido, particularmente en el último siglo y medio de su historia.

Para la comunidad judía la preservación de su identidad es una de sus principales características, la continuidad de su unión a través de una historia compartida donde la lengua, la religión y su historia han permanecido y se han recreado con el paso del tiempo, ya que han viajado con ellos a través de la diáspora. Todos estos elementos compartidos, los mantiene ligados y les han permitido mantener la cohesión como grupo cultural, sin desconocer las diferencias y antagonismos existentes al interior de la misma.

La identidad judía se recrea en mecanismos asociados a la memoria, como elemento para recobrar su pasado histórico, constituyéndose como un acto de pertenencia grupal. ¿Cuáles son los mecanismos con los que la comunidad judía preserva su identidad y mantiene su pertenencia como grupo cultural, étnico, lingüístico y religioso? ¿Cuáles son las acciones que despliegan al respecto? ¿Qué particularidades adquiere en México este proceso?

Desde que comenzaron a inmigrar a nuestro país, los judíos se plantearon como una cuestión primordial dar educación a sus hijos, tanto para responder a las exigencias que su condición de inmigrados les planteaba la sociedad receptora, como para brindar las bases culturales, lingüísticas y religiosas que como grupo particular consideran como prioritario en la formación de niños y jóvenes. Para ello fueron creando instituciones que atendieron su pertenencia y tradiciones en una sociedad diferente.

En este contexto las organizaciones juveniles judías han sido, aunque no sólo para este grupo cultural, marcos donde los jóvenes intentan crear espacios para pensar, adquirir y recrear la identidad particular en la cual se reconocen en su relación y diferencia con la dinámica colectiva.

Los movimientos juveniles forman parte del grupo judío desde 1912 con la creación del Blau-Weiss (azul-blanco) que fue el primer movimiento juvenil judío, heredero directo de la organización juvenil “Wanderbogel” creado en Alemania basado en el movimiento scout, donde se construye el modelo del joven educador frente a los niños. Los movimientos juveniles judíos adoptaron la ideología sionista desarrollándose en Europa y se extiende con las migraciones de judíos al resto del mundo. Desde entonces son un referente para la comunidad y se les reconoce su papel como impulsores de ideología y formadores de jóvenes judíos.

Es importante el desarrollo de estos espacios y entender qué papel juegan en la construcción de identidades comunitarias, para aportar elementos que permitan situar el sentido pedagógico de este proceso de integración y conformación de la identidad generacional y comunitaria en una sociedad como la nuestra. Su ubicación en el plano de la transmisión inter e intrageneraciona representa una experiencia para estudiar cómo se inscriben los procesos identitarios y generacionales y qué papel juegan para pensar la integración de grupos minoritarios.

En estos espacios se juegan procesos pedagógicos donde los elementos identitarios y generacionales tienen un peso relevante que va dando sentido a la formación de los sujetos que se reconocen como pertenecientes a un grupo cultural específico como lo es el judío. En ellos, el significante judío, se articula a sentidos y significados particulares que se nutren de las historias personales, el referente identitario, generacional y de género; del encuentro con jóvenes de diversos países; su relación con Israel; de la experiencia escolar, familiar y religiosa, así como de lo que representa para los jóvenes ser parte de la sociedad mexicana.

Por lo tanto entender estos espacios de educación no formal que han conformado los jóvenes de diversas generaciones de la comunidad judía de México, constituye una base para estudiar y sistematizar esta experiencia y analizar sus características, con el objeto de conocer más sobre la educación que despliega una comunidad para mantenerse y vincularse con la sociedad en su conjunto, cuando el referente generacional esta presente.